jueves, 23 de junio de 2011

Los topos


El sol nace desde el este de una ladera reclinada. Empiezo a vivir la inquietud de la morriña que jamás renueva la existencia perdida entre las telarañas de la memoria. Es preciso conocer el subconsciente insolente, terco abusador de las emociones.

Como los topos, a ciegas andan los transeúntes matutinos, sus ojos barnizados de negro no desean observar sueños ni patrañas; sus reglas no permiten develar más que el plano vertical de los párpados cansados. Son pequeñas criaturas oscuras que escarban y se transforman en papel de cambio; cada gota de sudor se pierde en su vigilia eterna, cada suspiro muere al congelarse el corazón, más aún recuerdan el sol que aparece cansado por la fiebre de la noche.

Entre el asfalto y las torres de piedra roñosa, recorren adormecidos la urbe, de lado a lado, de extremo a extremo, que ni cuenta se dan de lo dislocado de su sino. El día, la noche y las cuatro estaciones son lo mismo. Yo, me desconvengo del mundo, al ver las incontables realidades que interactúan en un universo conglomerado de posibilidades y reniego del unísono final.

En el reloj son las siete y la luz rojiza del cielo lo certifica. Una motocicleta acelera al sobrepasar la rotonda y, a su paso estruendoso, el silencio decide acentuarse. Entonces, regreso a mi mutis absoluto, mientras observo y libero mi emoción cargada de dudas y oraciones renuentes y egoístas. Ante mis ojos asombrados el tiempo diluye sus huellas, pero nunca las borra. El descenso a los infiernos de mi conciencia es un cruel espejismo que mi cansado corazón no termina de entender

El mundo por mucho devenir que sufra, siempre sigue igual: el de arriba pisotea al de abajo; el de abajo envidia al de arriba; y el dinero embauca cuantas almas quiera. Olvido a los topos, la vida sigue con Pasos de diamantina, el agua muere y vuelve a nacer. En el fondo de mi conciencia, se enciende una luz y mis brazos tiemblan como una hoja ante la brisa que se cuela por una rendija de mi ventana.

Lorena Avelar
Texto publicado en los Pasos de diamatina del Sol de México

martes, 31 de mayo de 2011

El ímpetu


Saco mi voz,
la rabia,
la esperanza quemada
el veneno del cuerpo
la denuncia exaltada,
esa luz que no encuentro
el delirio del sueño
el inmenso calvario…

Saco el ímpetu
mi arrojo
la mujer que no he sido,
el Rosa Pálido
y mi garra...

Lorena Avelar

martes, 24 de mayo de 2011

Los pasos se detienen


No hay ola,
ni mar que me renueve,
ni esperanza,
ni puerto que me espere;
la inmensidad se colapsa como un lastre,
es condena querer salvar el resto.

No hay litoral,
ni pedazo de tierra con cimientos.
No hay paz,
ni calma, ni ataduras.

Las anclas no sujetan
las verdades;
los pasos se detienen
se hacen débiles:
por falta de luz en las ciudades.

No hay Sol
no hay Luna
no hay estrellas;
no hay lluvia que lave las derrotas,
ni maquillajes que oculten
las ojeras;
por eso aquí
entre estas notas
Un Rosa pálido se impregna
en mis quimeras.

Lorena Avelar

martes, 17 de mayo de 2011

Mujer de agua



Soy la mujer de tus tiempos,
de tu vida;
cargo el Sol que se eclipsa
y es mi ruina.

Me sonrío del punto de partida
de las cosas ocultas,
desmedidas
de las ciudades raras,
de las trampas compartidas.

Soy la mujer de agua y de roca
que revienta las sienes,
que se oculta de frente y se levanta
sin advertir el Rosa Pálido en mi boca.

Lorena Avelar

martes, 10 de mayo de 2011

En el amor todo se vale


Por: Lorena Avelar

En el amor todo se vale, es primordial entrar a ganar en esa lucha compuesta por un torrente de emociones constantes. No se vale perder, pero si hay que llorar y sufrir, hay que rasgar el desahogo de forma colosal y unánime, no ser cobarde.

En el amor hay que jugar a carta abierta, sin trampas y preámbulos, mostrar la cara, abrir los brazos y vivir a fondo como si del último día se tratara. Sucumbir a la estrategia, sumergirse en el agua y nadar mar adentro, no importa si el ahogo te asfixia de forma inminente la substancia.

En el amor hay que buscar la mirada anhelante, traspasar el cristal de la ventana, por si el aire caprichoso te hiciera, a paso lento, desfilar por la acera enfrentada. Buscar a través del vapor donde se pierde la expectativa, entre la gente que delirando peregrina, ríe, grita, exhibe su soledad, o la espanta.

Buscar en cada esquina, o en los autos que no avanzan en el cruce de calle; en los delicados jardines de la alameda tan larga, en el reflejo de las fuentes, en el morir de una llama; en los recoletos bancos de las pobladas plazas. Hay que esperar el ocaso, desde el crepúsculo incandescente de la pálida alborada, recaminar por la arena, atosigar las pisadas, improvisar en las huellas hundidas en las veredas de sueños y entre el verismo que siempre avasalla. Y la ilusión, esa forma fantástica que uno cree que es delirio y sólo es la farsa con la que se alimenta el alma, de sombras, estrellas, nubes y firmamentos que tras la conquista avanza.
En el amor hay engaños y malabares que pueden reconstruir o matar a cualquier inmerso en las artes, el que practica es un héroe que sabe perder o ganar y con Rosa pálido escribir su nombre. En el amor todo se vale.

domingo, 8 de mayo de 2011

El amor es mi amor


Por: Lorena Avelar


El amor muere y vive
en la roca del mar como gaviota
vuela más allá del horizonte y arrebato.

Tiene ansia de cruzar,
surcar los campos;
de chocar con el sol
y eclipsar la tarde con su rastro.


El amor es huracán
Que desquicia el temporal
con su quebranto.

El amor es mi amor,
mi entrega, mi dolor
y un Rosa pálido en mi llanto.

sábado, 7 de mayo de 2011

Más amor


Por: Lorena Avelar

Voy a pedirte una cosa por capricho
para entrañarte en la vida y el futuro

Más amor
para soldar lo nuestro,
para crujir sin límites.


Más amor
por prolongar el momento
cuando las manos no encuentran el final
del tacto insípido
del interior caucásico incoloro
y se despierte el matinal sonoro
con la voz de tus ojos macilentos.

Más amor
cuando termine el día
en la oscuridad de tu recinto;
que haya infinitud e indulgencia
un mágico clamor de tu presencia.

Más amor
y después Rosa pálido
por soportar
lo terrible de tu ausencia.